Nuevas opciones permiten que las personas compartan obras artísticas sin que nadie se enoje, sin que sea delito, ni que sus hijos se preocupen por tener papás “piratas”.
Por Mónica Morales* mmorales@nacion.com / Fotos Pablo Murillo y grupos entrevistados
Cuando hablamos de liberar la cultura se me viene a la cabeza esa escena donde abren la jaula de las palomas y todas salen volando libres. Los artistas le están abriendo las jaulas a poemas, canciones, dibujos, fotografías, videos y más.
Si le parece una locura, pues es todo lo contrario. Según Carlos Saborío, promotor del movimiento de cultura libre, la locura fue poner barreras monetarias y licencias estrictísimas a algo que pertenece a todos: la cultura.
Los beneficios son tanto para consumidores como para creadores. Se comparten los contenidos, la gente se involucra con los procesos de producción, dejamos de pedir tantos permisos para usar una obra y los artistas tienen una mayor difusión. Además, la plata que pagamos por algo realmente llega al artista y no se queda en manos de intermediarios (disqueras, editoriales, productoras, etc.).