Lee Iacocca
Fuente: http://www.portalentrepreneur.com
En los '80, Lee Iacocca se convirtió el hombre de negocios más respetado de los Estados Unidos. Había
comenzado desde muy abajo y tras superar innumerables adversidades, se convirtió en presidente de la
Chrysler Corporation.
Recién salido de la universidad, comenzó a trabajar en el área de montaje de la Ford Motor Company. Luego fue promovido a vendedor hasta que en 1956, cuando la compañía atravesaba tiempos difíciles, se le ocurrió poner a la venta un nuevo modelo de automóvil, aplicando un novedoso plan de financiación de 56 cuotas a pagar en tres años. La idea, conocida como '56 por 56', fue un éxito y catapultó a Iaccoca a la cima de la compañía.
El techo del mundo 'Yo era hijo de inmigrantes -relata el propio Iaccoca- y a base de mucho trabajo, conseguí llegar, poco a poco, hasta la presidencia de la Ford. Una vez en el cargo, tuve la impresión de que me hallaba en el techo del mundo. Pero el destino me dijo: ¡aguarda, que aún no hemos acabado contigo, ahora vas a saber lo que se siente cuando a uno le dan una gran patada y lo echan del monte Everest!'.
Caída libre
'El 13 de julio de 1978 me despidieron de la empresa. Llevaba ocho años al frente de la Ford y treinta y dos al servicio de la casa. No había trabajado en otro sitio, y he aquí que, de repente, me encontré en la calle. Era para volverse loco', confiesa Iacocca. Al día siguiente de ser despedido por Henry Ford II en persona, quien sentía ostensiblemente celos de su liderazgo, lacocca, posiblemente aturdido por el 'golpe', cometió su último error en la compañía dejarse humillar.
Humillación:
'Me sentía una porquería'
'Al día siguiente de mi despido, me dirigí en coche al centro de
trabajo que me habían asignado, hasta que consiguiese un nuevo empleo. Era un
sombrío depósito de coches, a muy pocos kilómetros de la casa matriz.
Sin embargo, tuve la impresión de encontrarme en otro planeta. No sabía
con exactitud dónde estaba ubicada mi oficina y ni siquiera sabía dónde podía
estacionar el coche', relata.
'Lo cierto -prosigue- es que no tardé en descubrir que había bastante
gente esperándome para indicármelo.
Alguien se había encargado de avisar a los periodistas y a la TV, que
el antiguo Presidente de la Ford, ya dimitido de su cargo, acudía a trabajar
allí por la mañana'.
Un reportero de la televisión me acercó un micrófono y me preguntó:
-¿Cómo se siente trabajando en este depósito, después de ocho años en la
cúspide?
-No acerté a contestarle. ¿Qué podía hacer? Pero cuando me hallé fuera
del campo de foco de las cámaras, me dije a mí mismo la verdad:
'¡Me sentía hecho una porquería!'.
Como el Ave Fénix
No mucho tiempo después, le ofrecieron a Iaccoca un sillón no muy
cómodo, el de la presidencia de Chrysler Corporation, una compañía con serios
problemas financieros: el mismo día que se anunció su contratación, la empresa
automotriz reconoció tener el peor déficit de su historia.
Tras salvar Chrysler de la bancarrota, cuando ya era todo un héroe
nacional, un periodista le preguntó a Iaccoca cuál era la razón de su gran
popularidad en toda la nación. Y éste contestó: 'Creo que comenzó cuando me
despidieron de Ford y me levanté de las cenizas, como el 'Ave Fénix''.
Entonces, la gente se sintió identificada con el perdedor que, luego de
caer sobre la lona, tiene todavía agallas para levantarse y triunfar'.
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