'Me levanté de las cenizas para triunfar'
Lee Iacocca
Fuente: http://www.portalentrepreneur.com
En los '80, Lee Iacocca se convirtió el hombre de negocios más respetado de los Estados Unidos. Había
comenzado desde muy abajo y tras superar innumerables adversidades, se convirtió en presidente de la
Chrysler Corporation.
Recién salido de la universidad, comenzó a trabajar en el área de montaje de la Ford Motor Company. Luego fue promovido a vendedor hasta que en 1956, cuando la compañía atravesaba tiempos difíciles, se le ocurrió poner a la venta un nuevo modelo de automóvil, aplicando un novedoso plan de financiación de 56 cuotas a pagar en tres años. La idea, conocida como '56 por 56', fue un éxito y catapultó a Iaccoca a la cima de la compañía.
El techo del mundo 'Yo era hijo de inmigrantes -relata el propio Iaccoca- y a base de mucho trabajo, conseguí llegar, poco a poco, hasta la presidencia de la Ford. Una vez en el cargo, tuve la impresión de que me hallaba en el techo del mundo. Pero el destino me dijo: ¡aguarda, que aún no hemos acabado contigo, ahora vas a saber lo que se siente cuando a uno le dan una gran patada y lo echan del monte Everest!'.
Lee Iacocca
Fuente: http://www.portalentrepreneur.com
En los '80, Lee Iacocca se convirtió el hombre de negocios más respetado de los Estados Unidos. Había
comenzado desde muy abajo y tras superar innumerables adversidades, se convirtió en presidente de la
Chrysler Corporation.
Recién salido de la universidad, comenzó a trabajar en el área de montaje de la Ford Motor Company. Luego fue promovido a vendedor hasta que en 1956, cuando la compañía atravesaba tiempos difíciles, se le ocurrió poner a la venta un nuevo modelo de automóvil, aplicando un novedoso plan de financiación de 56 cuotas a pagar en tres años. La idea, conocida como '56 por 56', fue un éxito y catapultó a Iaccoca a la cima de la compañía.
El techo del mundo 'Yo era hijo de inmigrantes -relata el propio Iaccoca- y a base de mucho trabajo, conseguí llegar, poco a poco, hasta la presidencia de la Ford. Una vez en el cargo, tuve la impresión de que me hallaba en el techo del mundo. Pero el destino me dijo: ¡aguarda, que aún no hemos acabado contigo, ahora vas a saber lo que se siente cuando a uno le dan una gran patada y lo echan del monte Everest!'.