lunes, 17 de mayo de 2010

Evadir el dolor

“Es tan jodido enfrentarse al dolor. Sentimos la punzada del dolor y decimos “es culpa de ella, o de él, o culpa mía, o culpa de mi padre, o culpa de mi madre, o culpa de Dios...”Y tratamos de zafarnos... ¡y todo sucede en un segundo!, ¡sentimos dolor...juzgamos! ¡Fuera ese dolor! Luchamos contra el dolor como si fuera a destruirnos cuando en realidad, si lo aceptamos, lo que hará será curarnos”.
(Samuel Shem, 1997. Monte Miseria)

Esta cita me provocó a escribir acerca de una tendencia usualmente utilizada por uno... la evasión.
Le tiramos la culpa de todo a quien sea, al clima, a la sequía, al Niño, a las iguanas o a las armas secretas al Imperio (Acá vuelvo a mencionar a Esteban, personaje de Laureano Márquez, columnista de Tal cual de Venezuela)...

Hay en nosotros una capacidad subutilizada se sobrellevar nuestros dolores, por medio de afrontarlos, aceptarlos o perdonar...
pero más bien parece que nos regocijamos en mantener esa espina clavada... claro!, porque nos justifica, nos da el pretexto perfecto para no avanzar, para desperdiciar nuestras energías en rencores, odios y recuerdos que nos dejan anclados al pasado y esclavos de quienes pasaron por nuestra vida y a quienes decidimos involurar, con el riesgo inherente de ser heridos en el camino.

Recuerdo lo dicho, somos los responsables únicos y directos de todo cuanto ha acontecido en nuestra vida, y como tales somos los únicos que podemos liberarnos de nuestros grilletes y ataduras emocionales.

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